El domingo, 11 de julio, 2021, el pueblo de Cuba lanzó la mayor protesta cívica desde 1959. El hecho histórico sucedió de forma espontánea, sin tener una dirección centralizada, ni una coordinación por parte de grupos o movimientos organizados de la oposición o la disidencia. Casi todos los participantes fueron jóvenes nacidos en cautiverio que emergieron sobre los espacios públicos a través de la isla entera para exigir libertad y el fin del castrocomunismo.
La reacción del régimen castrista fue predecible. Un ejercicio brutal de terrorismo de Estado, arrestos indistintos y luego, condenas carcelarias arbitrarias y criminales fue una de las movidas del oficialismo dictatorial. Otra fue el aprovechamiento del espíritu de rebeldía del pueblo cubano para infiltrar grupos contestatarios de la población civil con operativos al servicio de la inteligencia y contrainteligencia castrista y en una protesta nacional señalada para el 15 de noviembre del mismo año, desarticular el ímpetu popular con la salida del país de Yunior García, uno de los promotores principales de evento.
El arma de la inmigración y los éxodos siempre le sirvieron al comunismo cubano. En ese mismo mes de noviembre de 2021, el castrocomunismo anunció que los cubanos que podían pagarse el pasaje podían salir del país por vía de Nicaragua, otro régimen dictatorial bajo la tutela de La Habana. Desde 1959, la dictadura marxista-leninista cubana ha demostrado una dependencia en la salida de cubanos hacia el exterior, particularmente, los Estados Unidos. Éxodos han sido parte integral de la realidad cubana a partir de la era comunista. Las salidas por las embajadas, en balsas y endebles embarcaciones, los vuelos de la libertad, la Operación Peter Pan, la flotilla de Camarioca, las huidas por giras internacionales, los escapes irregulares, la flotilla del Mariel, el éxodo de los balseros, los éxodos por medio de la travesía por el continente americano para llegar a la frontera sur de Estados Unidos, incluyendo el éxodo post 11J, son algunos de los episodios que los cubanos han escrito en su intento de llegar a tierras de libertad huyendo del comunismo cubano.

Cuba republicana, esa etapa histórica entre 1902 a 1958, dio evidencia de un país con sus imperfecciones, pero, a la vez, capaz de lograr avances impresionantes. Esto fue el caso, particularmente, en la esfera socioeconómica. Como toda democracia incipiente, la república contó con irregularidades e inconsistencias morales con los ideales buscados en las guerras de independencia y los gobiernos en armas. Hubo episodios autoritarios breves y otros defectos con que nació, como la Enmienda Platt y la falta de un mecanismo judicial de rendición de cuentas a los que sirvieron al despotismo colonial. Sin embargo, hubo procesos electorales meritorios, en un sentido comparativo (incluso con USA), transiciones de gobiernos exitosas, constituyentes ejemplares, civismo político, un Estado de derecho y espacios de libertades civiles, económicas y políticas.

Esta colección de escritos termina con ensayos y artículos sobre la figura insigne de Cuba, José Martí. El recorrido literario de este libro empezó con el heroico levantamiento cubano de 11J. Martí, guía y faro de Cuba, es el lugar ideal para cerrar esta obra. La praxis martiana es la receta seminal para la refundación de la nación cubana. La liberación de Cuba, tras la caída inevitable del castrocomunismo, necesitará del Apóstol más que nunca. Es con ese entendimiento y la convicción de la relevancia de Martí en nuestros días, de su proyecto e ideario, que insistimos e insistiremos en elevar la concienciación ciudadana en una Cuba libre, que en el Maestro encontraremos lo mejor de los cubanos para los cubanos.