Empecé a escribir esta historia hace más de diecisiete años, en el tiempo lineal de los humanos.

Sin embargo, es El Alma de Luz la que me ha escrito desde siempre, incluso muchos años antes de que yo naciera.

Más allá de historias que se enlazan o de almas afines que se encuentran una y otra vez, El Alma de Luz es el testimonio vivo de que el amor, es lo único que da sentido a la existencia. El amor posibilita el perdón, la libertad, la dicha, la unión, la plenitud, la mística y eterna sensación de Ser uno con todo el Universo.

Algunas veces creemos que a través de los recovecos del amor podemos encontrar anhelos, sueños compartidos, dolor y sufrimiento, mentiras y numerosos ríos de tristeza corriendo a través de nuestros rostros. Pero no nos engañemos. Esos son sólo reflejos de nuestros apegos.

La esencia del amor no es en absoluto dolor. No hay que amar hasta que duela. Hay que amar hasta experimentar el llanto incontenible por la paz que desborda el corazón cuando se ama. El llanto transpersonal que inunda el alma por la emoción que acontece al regresar a nuestros orígenes, a nuestras raíces, a nuestros rituales, a nuestras ofrendas, a nuestros altares.

Sin embargo, dado que el dolor, la enfermedad, la vejez y la muerte son inevitables en el cuerpo humano, ¿por qué no tratar de crecer a través de ellos? ¿Acaso son sólo el placer, la dicha y la celebración de lo que hay que aprender?

Iztlaxóchitl, Luz, Theodora y Constanza, son sólo personajes en apariencia de almas iguales. Cada una de ellas vive en un mundo distinto, en diferentes épocas históricas y diversos contextos sociales. De la misma forma acontece con Cuauhtémoc, Cuitláhuac, Fil, Gabriel, Juan, Louis y Emiliano e inclusive con todos los personajes de la historia.

Sin embargo, una mirada más cuidadosa develará al lector una energía única que se manifiesta consciente e inconscientemente en todos los seres humanos, y es la energía arquetípica del amor. El amor que toca y como magia convierte en oro lo que con su luz está acariciando, al mismo tiempo que se está continuamente transformando.

Podrá encontrar muchas formas de leer El Alma de Luz: La forma convencional, de principio a fin; leer primero los capítulos y posteriormente, los cuentos y las poesías; al revés, leer primero las narraciones y después los contenidos de la historia; encontrar los capítulos que hilan cada momento histórico y leerlos ordenadamente.

Pero solo una forma logrará la interacción por mi deseada: cuando lea el texto desde el alma.

Invito al lector a que la abra y desde allí, pueda ser acariciada.