Lo que se nos sugiere desde el título, es la presencia del poeta en una estación de intercambio. Pero Arabia describe en todo momento un paisaje natural. Al igual que en Wordsworth y Blake se trata de un rechazo del ojo- el más despótico de los sentidos- para invocar, como en Carlyle "una óptica espiritual". De ahí el reemplazo de la estación por esta gran hacienda iluminada. Habría que pensar en la zona de Bund de Shanghái como un espectáculo de incomparable variedad y capacidad de estimulación, al que probablemente sólo se aparejan ciudades como Nueva York y París, pero donde el poeta no puede obtener placer visual. Desconfiar de las imágenes se vuelve un imperativo categórico en un país comunista, paradójicamente fetichizado por la visión de las estructuras aún coloniales y crecientemente capitalista. No se puede sino pensar en la influencia que Bergson tuvo sobre la poesía imagista, transmitida por T.E. Hulme a poetas angloamericanos como Eliot, Pound y Williams.
Recordemos que Juan Arabia es traductor de Ezra Pound, y uno de los libros en que trabaja hace años es Cathay, de manera que se encuentra familiarizado con la lírica china y con el uso del ideograma por el autor norteamericano. De modo que hay una sincronicidad entre el trabajo de traducción, de formación, las preferencias poéticas y las imágenes que capta el autor en sus viajes, un sistema completamente cerrado y rara vez observado en un poeta de su edad, que otorga a su obra un alto grado de consistencia estética, a pesar de los cambios que cada proyecto- libro ha connotado para el argentino. The Bund se sustenta en la idea de deep image, entendida en el sentido que le otorga Tony Barnstone [4] en un intento de comprender la naturaleza de las imágenes de la poesía china. Un término operativo asimismo para la poesía de Hilda Doolitle, a quien se homenajea en el primer verso y en los últimos dos de South Shaanxi Road. Tanto en H.D como en Juan Arabia existe un impulso a abandonar la representación mimética, mediante la yuxtaposición de elementos que permitan tomar el pulso a la inmediatez de la experiencia vivida. Con la salvedad de que Arabia no convierte la imagen en la intuición de la duración (la dureé de Bergson) tomando prestadas imágenes diversas, como en la poesía de Eliot, por ejemplo. Realiza más bien una sobreposición, una imagen que va más allá de las formas espacializadas, una imagen absolutamente carente de límites que habría que rastrear en las búsquedas de nuevas experiencias visuales por el surrealismo, orientadas hacia una redención visionaria que se sigue del mandato rimbaldiano de hacerse vidente. Una exploración de este tipo no es nueva en el autor de The Bund. De hecho, una de las grandes lecciones que nos deja Hacia Carcassone es que el Trobar Clus es ya una manera de embrollar los sentidos, de entrebescar, decían los provenzales: entrelazar. De manera que pareciera que todas las piezas del proyecto poético de Arabia estuvieran profundamente calculadas, ya sea en sus lecturas, en los saltos que da como escritor y en los lugares por donde se desplaza. Así entendemos especularmente la pregunta esencial que se plantea el poema The Bund en su verso inicial.
THE BUND
¿Volarán más alto estas canciones?
De una máscara harán un artificio más pobre,
reduciendo las cenizas de su experiencia,
desafilando el cuerno,
agrupando la especie creada.
Nuestro trabajo, el más oscuro,
bebe de ese mismo mar 圆明园路
Tonto es aquel quien no cree en diluvios.
Rodrigo Arriagada Zubieta