Burbujas

Hola Amigos, ¿qué tal? Permítanme que me presente. Yo me llamo Baby y nací en el sur de Virginia, Estados Unidos. Yo era todavía un cachorrito cuando una persona me separó de mi familia gatuna y me llevó tan lejos que no supe volver a pesar de que no era feliz y extrañaba mucho a mi mamá y hermanos.Todas las tardes yo salía a investigar por los alrededores del pequeño pueblo, y me entretenía trepando a los árboles, revolcándome en el pasto, disfrutando de tantas exquisitas fragancias, observando a insectos y pájaros yendo y viniendo, pero siempre anhelando algo. De repente, un atardecer ... ¡Clic! Mi corazón hizo clic. El universo entero hizo clic. ¿Por qué? Pues, porque la más maravilosa historia de amor entre un felino y un humano acababa de empezar.Yo estaba sentado a la vera del camino y desde lejos lo divisé. Me llamó la atención su gran altura, pero más que nada su corazón que, aunque invisible a mis ojos, podía percibirlo amoroso y tierno, y con un no sé qué gatuno que me emocionó profundamente. Cuando él pasó por mi lado yo le maullé. Él se detuvo por un momento, me sonrió y siguió caminando. Yo maullé otra vez y le seguí hasta su guarida.Al día siguiente el volvió a pasar por donde yo estaba sentado. Yo le maullé, él se detuvo y me sonrió, y yo caminée a su lado. Para entonces yo ya habia tomado la decisión de adoptarlo, domesticarlo y entrenarlo. Les voy a revelar un secreto. La gente piensa que puede tener un gato y domesticarlo. Sin embargo, la cosa es al revés. Nosotros somos los que elegimos, poseemos y domesticamos al humano que nos gusta.La misma escena volvió a repetirse durante algunos días hasta que finalmente un anochecer Alexander, mi humano, me invitó a su refugio. El tiempo fue pasando, nuestra amistad y felicidad de estar juntos continuó aumentando y multitud de acontecimientos ocurrieron hasta que un día Alexander y Grace se conocieron y otra Hermosa amistad se inició. Yo guardo todos estos recuerdos en mi corazón, pero se trata de emocionantes historias para ser contadas en otra occasión.¿Les gustan los cuentos? A mí me encanta maullarlos, así que chicos, pídanle a mami o papi una barrita de chocolate, y pónganse cómodos porque voy a narrarles catorce extraordinarias historias.