About the Book
Hacia finales del siglo XIV y comienzos del XV, cuando en Castilla reinaba Enrique III, un autor anónimo escribió en español el poema LA DANZA DE LA MUERTE, una sátira muy difundida en Europa y cuyo tema principal era la igualdad de todos ante la muerte. Primero habla la Muerte y le responde el Predicador. Ambos previenen a todos de que irremediablemente les ha de llegar la hora final y les aconsejan prepararse para ella. Tras esa apertura, desfilan por riguroso orden de importancia social los personajes de la Iglesia o laicos que representan a la comunidad: el Papa, el Emperador, el Rey, el Patriarca, el Duque, el Arzobispo, el Condestable, el Obispo, el Caballero, el Abad, el Escudero, el Deán catedralicio, el Mercader, el Arcediano, el Abogado, el Canónigo, el Médico, el Cura, el Campesino, el Monje, el Usurero, el Fraile, el Portero real, el Ermitaño, el que llevaba las cuentas, el Diácono, el Recaudador de impuestos, el Subdiácono y el Sacristán. En la versión castellana aparecen al final el Rabí judío, el Alfaquí musulmán y el Santero, personaje este último que todavía pervive en el medio rural. En la obra se fustiga con dureza a las más altas figuras eclesiásticas y civiles, a lo que sigue la sátira de las profesiones. En la última estrofa la Muerte se refiere a los que no ha nombrado pero que como los otros habrán de morir. Escrito en coplas de arte mayor, en dodecasílabos que responden al esquema ABAB-BCCB, tiene forma de diálogo. En algunas comarcas europeas y en la ciudad tanto como el campo, se cantó en todo o en parte las danzas de la muerte durante las procesiones y las romerías. En la literatura medieval fue una obra alegórica muy popular. A mediados de los años 80, leí la literatura castellana más arcaica, los dos Arciprestes, el de Hita y el de Talavera, Berceo, la Danza de la Muerte, las coplas de Mingo Repulgo, las Coplas de la Panadera, las del Provincial y autores tales como Alfonso XI, el Marqués de Santillana, Jorge Manrique y otros, y la idea me vino, por diversión, de vaciar en el molde que ellos habían usado, asuntos de mi actualidad. Pues bien, este libro, subtitulado La Danza del Poeta, es un remedo o imitación de la mencionada Danza de la Muerte, con la diferencia de que mientras en el original la Muerte llama a los representantes de los diferentes grupos sociales y los zahiere por los muchos pecados que han cometido, en el mío un poeta convoca a personas de todo tipo y las va alabando o censurando de acuerdo con sus actos o las vicisitudes de las respectivas vidas. Esta es una segunda versión, con imágenes. Publiqué la versión primera, sólo texto, con el título Liturgias y Vejámenes porque me pareció que sonaba bien. La palabra 'vejámenes' es sinónimo de zaherimiento o reprensión festiva.