Un erudito galardonado reescribe 400 años de la historia estadounidense desde las perspectivas indígenas, anulando la historia del origen dominante de los Estados Unidos.

Hay una historia antigua y muy arraigada sobre América que dice así Colón "descubre" un continente extraño y trae historias de riquezas incalculables. Los imperios europeos se apresuran, ansiosos por defender la mayor cantidad posible de este asombroso "Nuevo Mundo". Aunque los pueblos indígenas se defienden, no pueden detener el ataque. Los imperialistas blancos están destinados a gobernar el continente, y la historia es una marcha irreversible hacia la destrucción indígena.

Sin embargo, al igual que con otras historias de origen aceptadas durante mucho tiempo, esta también resulta estar basada en el mito y la distorsión. En Continente Indígena, el aclamado historiador Pekka Hämäläinen presenta una contranarrativa radical que hace añicos los supuestos más básicos sobre la historia estadounidense. Cambiando nuestra perspectiva lejos de Jamestown, Plymouth Rock, la Revolución y otros episodios trillados en la línea de tiempo convencional, describe un mundo soberano de naciones nativas cuyos miembros, lejos de ser víctimas indefensas de la violencia colonial, dominaron el continente durante siglos después de la primeras llegadas europeas. Desde los iroqueses en el noreste hasta los comanches en las llanuras, y desde los pueblo en el suroeste hasta los cherokees en el sureste, las naciones nativas con frecuencia diezmaban a los recién llegados blancos en la batalla. Incluso cuando la población blanca explotó y la codicia por la tierra de los colonos se volvió más extravagante, los pueblos indígenas florecieron debido a la diplomacia sofisticada y las estructuras de liderazgo.

En 1776, varias potencias coloniales reclamaron casi todo el continente, pero los pueblos indígenas aún lo controlaban; como señala Hämäläinen, los mapas en los libros de texto modernos que pintan gran parte de América del Norte en bloques nítidos y codificados por colores confunden extravagantes alardes imperiales con posesiones reales. . De hecho, el poder nativo alcanzó su punto máximo a fines del siglo XIX, con la victoria de los Lakota en 1876 en Little Big Horn, que no fue un error estadounidense, sino un resultado demasiado esperado.

Hämäläinen finalmente sostiene que la noción misma de "Estados Unidos colonial" es engañosa, y que deberíamos hablar en su lugar de un "Estados Unidos indígena" que solo se estaba volviendo colonial lenta y desigualmente. La evidencia del desafío indígena es evidente hoy en los cientos de naciones nativas que todavía salpican los Estados Unidos y Canadá. Lectura necesaria para cualquiera que se preocupe por el pasado, presente y futuro de Estados Unidos, Continente Indígena restaura a los pueblos nativos al lugar que les corresponde en el punto de apoyo de la historia de Estados Unidos.

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