Durante meses escuchaba la canción de "Tears in Heaven" una y otra vez hasta quedarme dormida. Después, en los meses posteriores a la muerte de mis hijos, descubrí que no importa cuán grande sea mi pérdida o cuán profundo sea mi dolor, el mundo no se detiene. De hecho, se intensifica, mientras que te preguntas una y otra vez ¿cómo puedo ser feliz otra vez sin usar el dolor como una máscara y un eslogan en la frente que dice "He perdido a mis hijos"?Entonces mi hermana me dio un diario y dijo: "Escribe. Solo escribe. "La primera página en blanco fue muy difícil. Solo pude escribir una oración, "Mi hijo murió y mi vida nunca será la misma". Al día siguiente, escribí un párrafo, y cada día después de eso encontré que las palabras salían más fácilmente. Mi diario se convirtió en mi refugio y en páginas que son el constante recordatorio de que no hay flaquezas ni debilidades, sino desconocimiento de la propia fuerza. El mundo es el mismo, para todos, pero son distintas las historias y las miradas que sobre él se contemplanSeguí escribiendo. Las palabras me atrajeron y me empujaron. A medida que pasaban las semanas, leía las entradas del diario. Comencé a ver algo notable ... Sobreviví otro día, otra semana, otro mes; y me estaba haciendo más fuerte. Veía palabras de esperanza iluminando mi camino y también palabras que hacían darme cuenta de lo que se y lo que no. De lo difícil que es enfrentarse a los miedos, de lo duro que es convivir con uno mismo, y lo duro que es también encontrarse con el pasado en un presente que anula posibles futuros. De qué es dura la soledad de tenerse, cada uno a solas, sin poder ser consolado y de cómo recuperarse de las ilusiones, de los amores, de los años vividos y de los perdidos, de lo que creíamos que éramos, pero no somos, de las esperanzas que nos cansamos de esperar.No hay ningún secreto mágico para el diario y el tiempo no repara este tipo de pérdida, estamos hechos de recuerdos: de los que nos cuentan y, sobre todo, de los que nos contamos a nosotros mismos. De ahí tantas segundas oportunidades, el maquillaje para el alma no sirve en el diario, solo queda llegar al final, entre tantas cosas llenas de tiempo, y tener un sueño roto por el que valga la pena llorar y en el camino tratar de reconstruir la vida con los cachos que quedan.Solía creer el cliché "todo sucede por una razón", pero con este tipo de tragedia, parece revertirse. Cuando ocurre una tragedia como esta, puede ser el punto de partida para darle razón y relevancia. Cuando reconoces esto, es el momento en que tu duelo cambiará.Imagina eso. ¿Cómo se sentiría? Solía fantasear e imaginar mi vida sin el dolor al escribir esa misma pregunta: ¿Cómo sería sentir paz de nuevo? Y por un breve momento, pude sentirla. Entre la pluma y el papel caían palabras de duelo, llanto, equivocaciones, pero también me di cuenta de mis fortalezas y de cómo me dispongo cada vez más al camino de una lucha constante, de una lucha sin tregua, en dónde los finales son principios y el contador se pone a cero. Se descifra. Se recorre. Se embiste. Se contempla al cielo con amor y con ilusión. Se dan las gracias. Se sonríe. Todo por la vida, por esta estúpida e increíble vida. Apreciando lo bueno y desechando lo que no sirve. Un diario que a gritos me dice que el espíritu desea, y este, y no otro, es su alimento. Y este, y no otro, es su condena. No cabe un deseo bien encaminado, todo se trunca en los fortuitos e inciertos caminos del indescifrable destino y sus frágiles sucesos. Se escudriña el sentido como si estar henchido de él, saciara la vida. A veces son los vacíos, la fragilidad, el abismo, lo que nos impulsa a continuar en esta vida de alegrías y lágrimas. Elegí la capacidad de recuperación y mi diario fue una gran parte de ayudarme a levantarme.La pérdida de mi hijo me enseñó a amar más y apreciar cada día. Me enseñó a llegar a los demás y empezar a compartir parte