About the Book
FortunaHistoria de un perro agradecidoExtracto; El sol caía de plano calcinando el blanco polvo de la carretera, y las hojas de los temblorosos álamos, que bordeaban el camino, habían suspendido su eterno movimiento, adormecidas bajo el peso de una temperatura agostadora.Un perro de raza dudosa, lomo rojizo, orejas de lobo y prolongado hocico, caminaba con el rabo caído, la mirada triste, la boca abierta y la lengua colgante.De vez en cuando se detenía a la sombra de un álamo y levantaba la cabeza como si venteara ese aire húmedo e imperceptible para los hombres, pero que al delicado olfato de la raza canina le indica la fuente o el codiciado charco donde apagar su sed.Entonces, de la encendida y húmeda lengua del perro caía gota a gota ese sudor interno que, no encontrando paso por los cerrados poros de la piel, se exhala por la boca.El pobre animal parecía muy cansado y sus lijares se agitaban con precipitada respiración. Luego emprendía de nuevo su marcha por aquel largo camino solitario y abrasado.
About the Author: Enrique Pérez Escrich (Valencia, 1829 - Madrid, 1897), también conocido por sus seudónimos Carlos Peña-Rubia y Tello, fue un escritor y dramaturgo español, considerado como uno de los maestros españoles del folletín decimonónico. Una infancia y juventud difíciles, le llevaron a Madrid muy joven, como cuenta en la autobiográfica El frac azul. Episodios de un joven flaco, retrato de la bohemia española de la segunda mitad del siglo xix. Se inició en el periodismo y del teatro cómico, costumbrista, musical e histórico en verso, llegando a escribir piezas como la zarzuela satírica ¡Vivan las cadenas! (1879), compuesta con José Rogel. Saludó la revolución de 1854 con la pieza teatral alegórica La voz de las provincias (1854), compuesta con el periodista demócrata Antonio Altadill. También ensayó el drama sacro con La pasión y muerte de Jesús. Drama sacro-bíblico en seis jornadas y un epílogo, escrito en verso, según los Evangelios (Madrid, Imprenta de Don Cipriano López, 1856). Tras el estreno de El cura de aldea, su pieza más popular, decidió refundirla como novela e iniciando una incansable producción de novelas por entregas, según la fórmula puesta de moda por Manuel Fernández y González. Trabajo que le reportó entre cuarenta mil y cincuenta mil pesetas anuales que despilfarró con generosidad. En sus últimos años de vida, arruinado y enfermo, consiguió que le dieran el cargo de director del Asilo de las Mercedes. La obra de Pérez Escrich tuvo mucho curso en el siglo XIX, pero también en el primer tercio del siglo XX, cuando en los años veinte la imprenta de El Mercantil Valenciano decidió reimprimir casi todas sus novelas. Entre ellas merecen citarse la muy famosa El cura de la aldea, La caridad cristiana (segunda parte de El cura de aldea), El mártir del Gólgota (tradiciones de Oriente), traducido al francés (París, 1868) y al inglés (Nueva York, 1887), Los desgraciados: cuadros sociales, Un hijo del pueblo (Madrid, Miguel Quijano, 1888), El último beso, El matrimonio del Diablo, Historia de un beso, Fortuna. Historia de un perro agradecido, Sor Clemencia, La envidia. Historia de los pequeños, La mujer adúltera, Escenas de la vida, El infierno de los celos, La calumnia. Páginas de la desgracia, Las obras de misericordia, La esposa mártir, El genio del bien, El amor de los amores, El manuscrito de una madre, La madre de los desamparados, Las redes del amor, Los que ríen y los que lloran, Alumbra a tu víctima (Madrid: Imp. José Rodríguez, 1855).