Una novela para entretener a la Muerte.Leyre, una mujer que roza la vejez y atesora una gran fortuna, afronta con serenidad sus últimos días en una habitación de hospital, la 215. No tiene a nadie que la acompañe en sus últimos momentos, pero no tiene miedo, porque sabe que con su muerte escapará de la promesa de inmortalidad que hizo muchos años atrás a cambio de salvar al amor de su vida. La vida en el hospital transcurre con aparente normalidad para todos, aunque Ana, una joven enfermera, se siente irremediablemente atraída por el desamparo y la fortaleza que demuestra Leyre, la solitaria paciente de la habitación 215, y decide acompañarla en su tiempo libre. Ana no será la única en hacerlo, y otros acompañantes se sentarán también alrededor de la cama de Leyre para narrar las historias que surgen de un misterioso reloj de arena que parece contener dentro un torrente interminable de palabras. De él surgirá una narración en la que se cuenta la historia de Martín, un muchacho huérfano que aspira a convertirse en aprendiz de un hombre errante que se gana la vida contando historias de pueblo en pueblo. El muchacho confecciona un zurrón de cuero para ofrecérselo al contador de historias a cambio de que le permita acompañarlo, pero el hombre no quiere aprendices y lo rechaza sin contemplaciones. Lejos de desanimarse, Martín se marcha del pueblo siguiendo sus pasos con la esperanza de que algún día lo acepte y le enseñe el oficio, sin saber que se enfrenta a un pacto sellado mucho tiempo atrás por las fuerzas más poderosas que sostienen el mundo. Un pacto estremecedor que ofrece la inmortalidad a quien lo acepta, pero la inmortalidad también conlleva un precio, porque nada es lo que parece.El reloj también contiene otra narración en la que se cuenta como dos muchachas idénticas se encuentran después de superar las múltiples pruebas que les ha preparado la vida, y juntas se enfrentan al destino creando una estirpe protegida para siempre por los lobos.Estos y otros muchos relatos acabarán siendo uno solo. Te lo cuento como me lo contaron, porque todas las narraciones que contiene el reloj de arena tienen un solo propósito: explicarte cómo me he convertido en su dueña, la única narradora que queda al servicio de la Muerte. Me llamo Ámbar. No soy mortal. ¿Te gustan las historias?