Apenas era una niña cuando su madre murió, después de dar a luz a su hermanito. Su padre no pudo soportar la depresión que le causó la pérdida de su esposa y murió al año siguiente.
Le tocó, junto a sus dos hermanos mayores, echar adelante a la familia con la ayuda de sus abuelos.
Se dedicó a seguir la carrera de abogacía mientras, de alguna manera, trataba de mantener viva su mayor pasión, el patinaje sobre hielo; pasión que heredaría de su madre.
Ella sabía que la posibilidad de enamorarse algún día, estaba latente en su vida; no obstante, nunca se imaginó qué tan profundo sería este amor cuando llegara.
Transcurrieron años escondiéndose bajo una coraza protectora de todo aquello que consideraba un peligro, de alguien que pudiera aparecer y herir sus sentimientos. Pero llegó él.
Fue suficiente tan solo una mirada, el simple sonido de su voz, su increíble sonrisa y, peor aún, aquel rostro imperturbable, para darle un vuelco a su existencia y despertarla de su letargo.
Trató con todas sus fuerzas para no caer en esa tentación, pero todo fue en vano.
Ambos tenían heridas y querían mitigarlas y borrarlas, pero el camino no sería fácil y los problemas los acompañarían.