Monseñor Eusébio Sintra nos cuenta la vida de Doña Isabel de Aragón, la santa reina de Portugal.
Nacida en Zaragoza, en el Reino de Aragón, en 1271, doña Isabel se casó con el rey portugués, don Dionisio de Borgoña, en 1282, convirtiéndose en reina consorte de Portugal.
Dueña de una belleza incomparable, combinada con una inteligencia excepcional, Doña Isabel pronto se ganó la simpatía de sus súbditos portugueses que la tenían a merced de la criatura más piadosa, siempre lista para distribuir beneficios entre los pobres y los desfavorecidos en las calles.
Siempre acompañada por sus fieles acompañantes, salía todos los días para ejercer caridad en las calles, para atender las necesidades materiales y espirituales de sus sujetos más necesitados.
"Dios me dio un trono para que yo hiciera caridad", repetía, constantemente, a aquellos que le reprochaban las formas poco convencionales de ser reina.
Amonestada, una vez, por el esposo que pensaba que ella era una derrochadora, por la cantidad que distribuía a los pobres, ella era el personaje de uno de los fenómenos más famosos de la transmutación de la materia, que se conoce al convertir las rosas en pan, frente al ojos atónitos de su esposo, quien, sorprendentemente, la había instado a revelar lo que llevaba escondido debajo de su capa.