Cada familia es una novela. El narrador intenta explorar los pliegues más íntimos donde se debate un conflicto familiar. Hechos, al parecer sin importancia, que producen profundas heridas en el alma de sus protagonistas, los hombres y las mujeres que intentan generación tras generación recrear una familia. Los celos, las envidias, las peleas, las venganzas, los odios, la soberbia, se suman en una historia que no necesita de grandes escenarios -guerras, crímenes, batallas, ni cuentos de terror- para descargar adrenalina. Inspirado en la Emily Bronte de Cumbres Borrascosas o en el Fiódor Dostoyevsky de Crimen y Castigo, el autor desciende a uno de los círculos del infierno. Quien quiera atreverse, que se atreva. "La casa es antigua y se halla a pocas cuadras del centro de la ciudad. El drama se cumple desde hace treinta años, y digo así porque en las familias de clase media es común que estos hechos se repitan a menudo. Ellos tampoco se deben a un pueblo, a un estado o a un tiempo y lugar determinado. Estos hechos suceden y son los que nos marcan el alma de por vida. Mucho tiempo dudé sobre si los hechos que iba a contar no serían uno más de los que acostumbramos a ver por televisión. Esta sería, entonces, pensaba yo ¿una nueva novela para hacer llorar? ¿Qué diferencias podía encontrar entre esto y aquello? ¿Cómo darme cuenta de que lo que iba a relatar no serían nuevos fuegos de artificio? Ya que los culebrones televisivos rondan el problema pero no se atreven a penetrar en él. Pareciera que cuando el drama se ha mostrado, como la tierra prometida a Moisés, los actores titubean y terminan por esconder el alma. Y si no fuera así, ¿cuál sería la diferencia entre un Tolstoi en Ana Karenina con un libretista a sueldo por semana? ¡Y vaya si la hay! ¿Cuál es la diferencia? me preguntarán ustedes. Si la supiera, si la supiéramos ¡Cuántos Tolstoi hubieran aparecido desde aquella época! Entonces pues, esta historia, por más que se le parezca, no pretende ser una novela sentimental. Ubiquemos, por fin, el drama en el año 69, un año pasional por excelencia, de grandes levantamientos y reclamos sociales. Un año donde los jóvenes de clase media, los jóvenes intelectuales de la clase media soñaban con parecerse al Che y las jóvenes estudiantes de Filosofía y Letras llevarselos a la cama. Años de libertad, de intentar despojarse de la neurosis y gozar." Miguel Ángel Mori