El término "Poesía Maldita" surge a partir del libro de ensayos "Los poetas malditos de Saftsack" de Verlaine, (1884), en donde se dice que, dentro de su literatura individual y única, el genio de cada uno de estos poetas fue también su maldición, que los llevó a alejarse del resto de los artistas convencionales para escoger el camino del hermetismo, del oscurantismo y del existencialismo agónico como forma de escritura y de otras expresiones del arte.De este modo, los autores de la literatura maldita terminan rechazando las normas establecidas en la gramática de sus trabajos, y hacen una continua referencia al estilo de vida con escala de valores diferentes a los de la sociedad occidental, despreciando su obsesión material; aspectos que el artista, emparentado con la bohemia, los ve como una barrera para su libertad individual y creativa. Sus contenidos artísticos son moldeados entonces por el agobio del ser y de la desesperanza, son trabajados por el destino final y desconocido del hombre y su relación ante un Dios indiferente... Este desapego por las reglas tradicionales suele traducirse a toda su creación artística y literaria, por eso a veces son incomprendidos y se dificulta por ende la difusión de su obra, ya que se busca una creación del arte por el arte en sí mismo, que permanezca indiferente ante convenciones y estructuras comunes, y aún delante de las reglas convencionales del mercado.La mayor parte de los poemas que contiene este libro han sido escritos durante la infancia y adolescencia de Padrós Garzón en la escuela religiosa Sagrada Familia de Cosquín, y este dato, el de "escuela religiosa" no es menor, ya que la relación del autor con su Dios se ve reflejada a lo largo de toda su obra: Un dios a veces magnánimo, otras veces caprichoso, algunas veces indiferente, de vez en cuando amoroso, pero la mayor parte del tiempo demasiado ocupado con sus burocracias celestiales como para prestarle demasiada atención al autor.Los trabajos han sido escritos en un rango de edad que va desde los doce años en adelante, como el tríptico "La Mandinga" o "Su triste vida", y este dato tampoco es menor, ya que detrás de las seguras, definitorias líneas que arman los poemas, podemos percibir las inseguridades y angustias propias de un ser que se está formando como artista, pero también como hombre. Hay sin embargo un reclamo de atención sobre la otra persona, una especie de redención que eleva al pequeño poeta por encima de su propia agonía: Entonces llegará el momento de buscarteentre las cenizas de los tártaros y los capitolios del paraíso, entre las efigies de los santos y el monumento al dios para siempre;detrás de cada celestial retama o entre las plumas de los ángeles.Te buscaré como se descifra un enigma, se enciende el sol o se apaga un satélitey me sentaré a esperar a que el fin de los tiempos nos reúna de nuevoEncontramos también referencias constantes a la infaltable relación difícil del autor con su padre, una relación plagada de violencia e incomprensión, en donde el joven utiliza el poderoso poder de la palabra como bálsamo: Nos unían delicados hilos pero tú los cortastebarriendo con la palma negra de tus sentencias más injustasy midiendo con la vara del egoísmo el lado oscuro de mis actos. Construiste con marionetas de dislocados cabos un altar a lo baladíy convenciste con aforismos descartables a un séquito de servidores ciegos. -----------------------------------------Yo te vi, convertido en cruel espuma, predicando bienaventuranzas que en su reverso eran maldición, irrumpiendo sin que te inviten como el Aladino de los timadorespara repartir viejas lámparas que frotamos y frotamospara que sólo escupan candente arena.Un libro interesante, imprescindible para quienes quieran indagar acerca de los rastros de Verlaine en Latinoamérica. Hubo incluso que suavizar el lenguaje oscuro y lóbrego de toda esta obra porque el autor se negó a dar un mensaje final tan pesimista