Es una historia de mala calidad, en términos más claros algunos podrían decir que este texto tiene un sabor dudoso en el sentido de que halaga los instintos básicos. Soy novelista de cuentos, no cuento historias donde admiremos un mundo perfecto.
Bryan Tyler es un hombre tóxico, el hombre que todas las feministas odian. Viene de Nueva York, no se sabe por qué, salió de esta ciudad, parece huir de ella. El pasado corre tras él, no parece importarle. Viaja de pueblo en pueblo, en busca de un pequeño cambio para poder vivir.
Es escritor, escribe poemas que lee en las trastiendas de viejos bares donde algunas personas lo escuchan. Garabatea y subsiste dolorosamente.
Está convencido de que las nalgas de una mujer están abiertas a todos, es un autoservicio. Les palpa las nalgas como si fueran frutas, quiere ver si la mercancía es buena. Una fruta no dice nada, espera lo mismo de las mujeres.
Una noche acaba en un bar gay, conoce a una mujer incendiaria y quiere apoderarse de ella. Es una trabajadora sexual que vende sus servicios en Snapchat. Por cien euros el abono mensual, deja al descubierto sus nalgas, sus pechos y sus joyas íntimas. Los chicos escupen los dólares para masturbarse. Ella vive cómodamente. Ella no es del tipo que se deja molestar por un chico que necesita sexo. Es Shirley. Sometidos, pero, no está abierto si no sacas tus entradas como un tuberculoso sus pañuelos. Debes ser un verdadero cajero automático.
Al principio esta chica le disgusta que no haya sucumbido a su encanto después de invitarle a una bebida, si le ofreces una bebida a una chica es para que se acueste sobre ella. De lo contrario, saciarás tu sed por tu cuenta.
Unos minutos más tarde, apoyado en el mostrador, habla con David, un desconocido, al que encuentra un poco sospechoso. es afeminado, con joyas y trajes llamativos. Aunque desconfía de él, se queda con él. Le gusta que las cosas sean claras, pero David no es claro ni franco acerca de su tipo. Es un hombre negro, en compañía de uno de sus amigos, un chino, invita a Bryan a tomar una copa en su casa.
El tipo nocivo se convierte en algo pasivo en manos del joven negro y del chino. David cabalgaba como un asno. Su trasero lo iba a recordar. Esta es su primera experiencia homosexual. Al día siguiente, cuando se levantó, se dio cuenta de que tenía problemas para caminar.
Al salir de su hotel, se dirige a la tienda de un vendedor de hamburguesas, a la hora del almuerzo atiende Édélia, una morena de veinte años. Una morena latina que hace bailar la samba a sus sentidos. Sus curvas forman una atracción, él no puede tocarlas, ella tiene hermanos, un poco loca, es algo prohibido.
En el bar del hotel, la bartender se llama Cyndi, una pelirroja deliciosa que me vuelve loca. A menudo nos enamoramos cuando aún somos relativamente jóvenes.
David, tras varias reuniones, le ofrece un trato. Necesita que alguien conduzca un camión de El Paso a Houston, al menos alrededor de Houston, y debería regresar manejando otro camión de Houston a Los Ángeles. Está bien pagado. El que estira el dinero es un matón llamado Mario, come espaguetis con frenesí y rueda películas gay amateur. Fue mientras hacía una de estas películas que conoció a David. Estas son películas que la gente transmite en sitios web oscuros .
Todo debería ir como una carta en el correo. Lo sellas, lo pones en el buzón y el cartero lo deja.