Si algo caracteriza la última década del siglo XXI, respecto a los estándares de vida a nivel mundial: es la abismal desproporción que presenta la distribución de la riqueza entre las naciones del orbe, pero en general las clases privilegiadas, aquellos ciudadanos de los países ricos, son ajenos al drama, desconocen acerca del infierno que se ha desatado al otro lado de sus fronteras, lo cierto es que el orden global ha iniciado un proceso de desmoronamiento, haciendo más que previsible el aniquilamiento total del actual 'estatus quo' imperante, es un hecho de que las políticas económicas de corte neoliberal han fracasado, esta imposición infame llevada a cabo por las naciones imperialistas más poderosas, ha generado una ruina sin precedentes en las endebles economías de los países emergentes, el daño está hecho y parece irreversible, la catástrofe mundial es abrumadora, poblaciones enteras van sumándose a la debacle, son innumerables los asentamientos humanos, antes productivos y funcionales, que de la noche a la mañana se convierten en páramos yermos y estériles, donde el salvajismo, la depredación y la violencia se potencializan y se perpetúan arrasándolo todo, ocasionando una catástrofe sin precedentes.En ese crítico panorama se torna previsible el desplazamiento de los sobrevivientes: de familias enteras que quedan atrapadas en el remolino de la migración, son los hombres, las mujeres y los niños los seres humanos que están dispuestos a sostener las penurias de lo imposible, el agobio de la incertidumbre: para intentar conseguir su sueño imposible, la oportunidad de asentarse en la 'tierra prometida', formar parte de la población del país elegido, una nación del denominado primer mundo donde tener amparo y protección.Pero existe otro tipo de migración una forma que resulta especialmente perversa y siniestra porque es orquestada a través de los propios ejecutivos de alto rango, hombres a cargo de negocios legalmente constituidos, situados a la cabeza de empresas especialmente poderosas, quienes aprovechándose de su colosal capacidad económica y de su influencia en las más altas esferas gubernamentales; han conformado y consolidado una amplia red de corrupción y se benefician de la imperiosa necesidad prevaleciente en las sociedades marginadas de las naciones pobres: para enganchar a ciudadanos necesitados de trabajo, y sumarlos a su mano de obra barata, o aún mucho peor, para hacerlos sus esclavos, utilizándolos y desechándolos después.El caos tan contundente y demoledor de las actuales condiciones del mundo, ha facultado una espesa cortina de humo, y nadie parece darse cuenta de la presencia de estos operadores mafiosos transnacionales que están socavando a la humanidad.Pero Marcos Valdés los ha visto, y los ha sufrido; el es un mexicano humilde y soñador, cuyo espíritu es increíblemente persistente, él siente una nueva necesidad la misión de convencer a un mundo incrédulo e indiferente, de que esta clase de pesadilla existe y continúa desarrollándose como un cáncer maligno que precisa de ser extirpado, Marcos Valdés es un sobreviviente y está consciente de su realidad, la veneración que tiene hacia sus seres queridos le ha mantenido a flote en medio de la adversidad; aunque los vientos dominantes lo han alejado de la catástrofe, nunca se olvida del objetivo fijado en su misión: revelar al mundo una forma de esclavitud que está consolidándose y expandiéndose con una fuerza impensable e insospechada en pleno siglo XXI.