RECUENTO... "Y no me olvides, y nada más..." es el recuento de mis versos, desde mis 16 años hasta el presente, noviembre, 2016. Es el material publicado en mis libros: El Refugio de mi vida, Las palabras prohibidas, No sueñes en voz baja, Un alma entera, Antología del Jerezano ausente y algunos poemas inéditos. Amo profundamente la vida y este maravilloso mundo, y es mi deseo que no se pierda en la oscuridad de mi memoria ni en la veleidad del tiempo las cosas bellas que pasaron ante mis ojos o dentro de mi corazón. Creo que los que gustamos de escribir, somos quienes más tememos a la muerte por olvido. Existimos mientras alguien nos recuerde más allá de nuestra existencia física y es por eso que voy por la vida sembrando palabras, porque yo creo que, si en algún momento alguien abriera un libro mío e hiciera suyo uno de mis humildes versos: me habrá salvado del olvido. De leer aprendí que, uno no guarda de los libros más que algunas frases, versos sueltos, con suerte algún párrafo entero: el punto de encuentro de las almas, del valiente que escribe y del bondadoso que lee. Por eso, me sedujo el camino más corto y más profundo del lenguaje: la poesía. Y el otro lado de las palabras: Reflexiones, después de mis lecturas, películas, canciones, o lo que yo observo de la gente. Pongo palabras donde hay silencios, porque también creo que callar es otro modo de morir en vida. Nada de lo que yo escribo es un consejo que no vaya para mí misma. No pretendo adoctrinar a nadie, ni que nadie siga mis ideas, no me considero ejemplo de nada, si acaso de ser feliz, plena, por convicción. Creo en la belleza, y el poder de las pequeñas cosas. Es en el interior de uno donde reside toda la magia y la riqueza para ser feliz y estoy convencida, que no hay tesoro más grande al que se pueda aspirar como estar en paz con uno mismo y los demás. Habrá quien posea barcos, aviones, recorrerá el mundo y le tocará fascinarse con los grandes urbes e inventos de la humanidad, bien por ellos. Pero también hay otro universo que merece ser visto y amado, el de los pequeños detalles, y otros grandes poderes, como la fe, la paz, la esperanza, la buena suerte y la libertad, y son la fortuna de quien sabe advertir el más profundo latir del cielo y de la tierra. A esta edad de mi vida ya sé, que no hay dolor al que no se sobreviva, que se haya ido de mi lado o de este mundo quien se haya ido igual el mundo siguió su girar. Sé de sobra que nadie somos indispensables, pero hay que preocuparnos por hacernos queribles y recordables; dejar algo que nos sobreviva, y como no tengo nada más que heredar, heredo mi poesía. No le temo a la muerte, es solamente ya no despertar, le temo al olvido ese sí es no existir. Por eso de corazón yo pido: No me olviden, y nada más. Siempre: ISABEL MIRANDA DE ROBLES