Los pazos de Ulloa (1886) es quizás la novela más conocida de Emilia Pardo Bazán y un claro exponente del naturalismo en España al reflejar la aceptación de las teorías positivistas aplicadas a la literatura por el escritor francés y padre del naturalismo Émile Zola.
Esta novela narra las andanzas de Julián, un joven párroco que se traslada a los Pazos de Ulloa, donde tendrá que encargarse de la administración y propiedad del marqués de Moscoso, don Pedro, propietario del lugar. Una vez allí, Julián descubre la relación del marqués con Sabel, la hija del criado, Primitivo, fruto de lo cual ha nacido un niño casi salvaje, Perucho.
Julián considera que es su deber imponer cordura en la vida de los Pazos, donde Primitivo gobierna con mano de hierro y controla todo lo que sucede en los Pazos y fuera de ellos, mientras deja que un marqués decadente mantenga relaciones con Sabel, su hija, quien también actúa con cierta impunidad.
Tras la marcha del párroco y don Pedro hacia Santiago de Compostela, este último se casa con Nucha, una mujer pudiente. La vuelta a los Pazos desencadena una serie de trágicos acontecimientos. La nueva esposa de don Pedro da a luz a una niña. Mientras Primitivo, interesado en los nuevos movimientos políticos, acaba asesinado, siendo el joven párroco Julián acusado de su muerte, por lo que termina marchándose del lugar.
Como suele ocurrir en las novelas naturalistas en Los pazos de Ulloa no se busca tanto la belleza ni la brillantez de la expresión, sino la exactitud de la descripción, la verosimilitud en los hechos y la fuerza en la narración.