En el relato de Marta Cardoso, la figura simbólica del "unicornio" conserva aquellos elementos más tradicionales de la leyenda, pero también se resignifica a partir de un contexto más bien regional, con características propias y originales.
La concesión del nacimiento de un potrillo por parte de una divinidad (luna) entroniza la ficción dentro del contexto mítico, pero ahí nomás se hibrida de ese nuevo campo de significación que es la ruralidad. Esto hace posible que los diferentes elementos culturales -los más folclóricos y los más "novedosos"- se resuelvan dentro de una narrativa que amalgama los géneros maravilloso y realista a la vez.
Tomando como referencia lo anteriormente dicho, el cuento adquiere la forma ilusoria de una fábula de la antigüedad, incluso con la tipificación de su personaje principal que, al parecer, no rehúye del molde que lo ha definido en el imaginario social: el unicornio era un animal de hábitos solitarios y muy esquivo. Sin embargo, se produce un desplazamiento por el elemento lúdico (el juego de pelota, el cosquilleo de una vaca) que se superpone por su festividad (es "gracioso"; antagonismo con la agresión que refiere el cuento popular) a ese origen "sacro" y se opone a la agresión -que refiere el cuento popular- del caballo blanco, nacido de las aguas sagradas de un lago.
De todos modos, en el desenlace de las acciones es posible regresar al punto donde "ese hermoso bebé potrillo" acaba por ser ese "huraño" de las historias míticas y/o legendarias que, bajo "la sombra del sauce grande" fundamenta la elección de su soledad. Así, el apartamiento de la gente del campo es una metáfora del relato que reproduce el estereotipo, pero también redescubre la identidad del protagonista ante el doble juego de su ser (como criatura irreal) y de su nombre (como "Rayo"), porque ha evolucionado, ha madurado para saber escoger su libertad.
Por último, la imagen final escenifica no solo la velocidad del animal fabuloso, sino también el retorno a su verdadero útero: la luna. Su presencia ha sido la de siempre: mágica; pero también muy verosímil para unos campesinos, y para nosotros, los lectores, muy deseosos de "vivir" una experiencia "realista", más allá de un cuerno fantástico.
Marcos Alex David Pérez
Profesor en letras
(Universidad Nacional de La Pampa)
Docente en el nivel secundario,
Especialista en Escritura y Literatura