Si nos preguntáramos con cierto aire de ingenuidad, si la industria productora de películas de los norteamericanos representa un espectáculo inocente y de diversión, la realidad dice que no, la realidad evidencia que la industria cinematográfica establecida en Hollywood, tiene una finalidad tenebrosa, oscura y salvaje. El modelaje, la manipulación y el control en todos los aspectos y facetas del comportamiento humano, es un instrumento barnizado con un rescoldo de fanfarrias, con la capacidad de marcar a hierro candente en nuestro cerebro, todas y cada una de nuestras condiciones frente a la vida.
Tras las dos mascaras inclinadas en forma de arte, se esconde su verdadero objetivo; el adoctrinamiento, la implantación de ideas y la programación de la psique humana, con una intención del mantenimiento perverso de la dominación, y a ese instrumento hoy lo llamamos publicidad. En términos mas claros nos referimos al engaño semántico, la Revolución Bonita, que te llevará a lugares insospechados de holgura, bienestar y felicidad. Y ese discurso fue una clarificación y reclasificación de valores y ni siquiera entendimos que esas son variantes de la destrucción total del espíritu, de la moral y de los valores.
A esto se le llama el engaño semántico, ahora las nuevas bases, lo que llaman las nuevas enseñanzas, pasaban por una nueva constitución, nuevo nombre para el país, nuevos billetes, nuevo Simón Bolívar, nuevos liderazgos y una forma distinta de enfocar la democracia. Una forma audaz de gobierno protagónica y participativa. Millones de venezolanos cayeron como moscas ante la tierra que mana leche y miel. Nuestra manipulación y domesticación incluyó, obviamente, la disposición automática a reducir a fórmulas simplistas problemas muy complejos, y a formar filas detrás de aquellos que opinan sin tomar en consideración nuestros propios dictámenes, sin que la verdad medie entre las consideraciones, con la poderosa ayuda de la anticiencia y los medios de comunicación de masas, secuestradas por el dictador, todas a disposición de su enajenamiento mental.
Por supuesto, la idea principal es hacer creer por obligación, y gracias a nuestra disposición como robots finamente adiestrados, nos hemos prestado para ello, nos han taladrado, impuesto, inculcado, inyectado como veneno, el sistema prevaleciente de Venezuela, de tal forma que nos mantienen en la mansedumbre, en la cobardía y el miedo. Creímos en un Mesias falso, y veintitres años despues seguimos adorando su imagen. Este libro narra, dolorasamente, la Genesis de la locura que hizo posible que, la Multinacional del Terror, instalara en Venezuela a una Corporacion Criminal.