ROSARIO e ISIDORO

Rosario e Isidoro es la historia de dos hermanos que vivieron una infancia precaria y de sufrimientos en la selva del Petén guatemalteco a principios del siglo XX. Al quedar solos, sin su madre que murió al dar a luz a Rosario y posteriormente sin su abuelita que fue la que les dio afección y cierta formación durante los primeros años de su vida, emigran a una finca en el sureste mexicano con mejores condiciones de vida. Los dueños de la finca, una familia de españoles previamente habían establecido un acuerdo con el papá de los niños aceptando su custodia y crianza pero que fueran bautizados y ellos sus padrinos. Es en este lugar donde Isidoro ya todo un adolescente, se enamora de Gabriela la hija de los españoles, siendo muy dichoso en dos temporadas de verano y desdichado el resto de su corta vida, por no haber podido controlar las emociones de su adolescencia. Rosario en otro lugar y en otro tiempo, a la edad de trece años, también se enamora de un joven apuesto de sangre francesa, adolescente pero ya con experiencia y con ciertas mañas, la engaña y la embaraza, haciendo que su vida cambiara en un chasquido de niña a mujer. Los dos hermanos adolescentes se entregaron con ilusión, ahínco y pasión desenfrenada a dos relaciones infructuosas cuyo resultado fue: dos corazones rotos. Nunca se imaginaron que la vida los fuera a tratar así en el amor, ambos se entregaron incondicionalmente porque sus corazones eran puros y limpios, pero también por no tener idea de lo que significaba probar las mieles del amor a esa edad cuando los adolescentes no saben decir no a nada. Cuando los padres de Gabriela se enteran que amaba a Isidoro, a él lo desaparecen de la finca y a ella la envían a España, sin embargo Isidoro no pasa día ni noche que deje de pensar en Gabriela, provocándole una amarga impotencia y frustración que lo llevan a ser una persona con resentimiento. No busca quien se la hace, sino quien se la pague y se dedica a engañar y tener una vida promiscua que desgraciadamente lo lleva a la tumba cuando apenas iba a cumplir dieciocho años. Rosario tuvo una adolescencia triste y muy difícil, pero pudo ser resiliente, estando embarazada pierde a su hermano del alma siendo su ultimo golpe de sufrimiento, porque fue madre de una niña hermosa, quien al paso del tiempo haría que Rosario fuera muy feliz el resto de su vida rodeada de ocho nietos a quien se entregaría en cuerpo y alma, amándose a si misma y amándolos a todos ellos por igual. Sin lugar a dudas, la adolescencia es una hermosa senda de la vida donde se forman y se definen proyectos de vida que se materializan muchas veces en felicidad, pero otras veces en sufrimientos y en corazones rotos.