Con el despliegue de las computadoras en la vida cotidiana y el posterior avenimiento de Internet, los seres humanos hemos adquirido nuevos hábitos y costumbres para sobrellevar nuestra supervivencia. Nos vimos en el cambio de lo analógico a lo digital, de lo físico a lo intangible, y, sin embargo, hoy nos seguimos sorprendiendo. Quién iba a decir que llevar a cabo las compras en un futuro desde la comodidad de nuestros hogares, sin tener que trasladarnos al local y tener que ver si el producto se encuentra disponible, sería posible.
Las esperas se terminaron; las lejanías se acercaron. Con las nuevas tecnologías de la comunicación, la globalización se hizo presente y acaparó el planeta en el que vivimos para comunicarnos sin fronteras ni pasaportes. Mensajes, llamadas y videoconferencias suplieron el tradicional sistema de mensajería postal, y en breves segundos nos acercan desde cualquier parte en la que nos encontremos.
Los trabajos mutaron sus recursos y modalidades, se hicieron grandes amigos del uso de herramientas informáticas que les permiten reducir costos, brindar mejores resultados y optimizar sus medios. Al mismo tiempo, surgieron nuevos conceptos de labor y nuevas formas de llevarla a cabo, que antes hubieren sido impensadas, como el trabajo a distancia. El mercado se expandió hacia todo el globo y lanzó la apertura de sus vidrieras los trescientos sesenta y cinco días del año, las veinticuatro horas al día. Los compradores y los vendedores estrecharon sus vínculos gracias a la aparición del comercio digital. El área del marketing afrontó nuevos desafíos y evolucionó al nivel de la tecnología. Nuevas apariciones, como el comercio social y el marketing digital, reflejan las consecuencias de un mundo posmoderno.
La evolución de la telefonía hogareña hacia teléfonos portátiles y, posteriormente, a teléfonos inteligentes, sin dudas fue uno de los fenómenos más trascendentales para la ciencia. El teléfono inteligente ha cambiado la comunicación y la vida cotidiana de manera sin igual. Permitirse hablar, enviar mensajes, captar fotos y videos, consultar cuentas bancarias, realizar
compras y hasta tener un servicio de mapas y GPS, a punto tal que no cabría en la cabeza humana de hace unas décadas atrás. Si nos hubieran dicho que íbamos a tener prácticamente gran parte de nuestros quehaceres en la palma de la mano, hubiésemos creído que eso sería imposible.
Ciertos aspectos de la vida lentamente fueron mutando hacia lo digital y el sistema en línea. La aparición de las plataformas de redes sociales fue el detonante para que la privacidad diese un paso al costado y se trace un camino en el cual mostrar constantemente lo que uno piensa o realiza sea una necesidad pública. Con éstas surgieron nuevas conductas frente al aburrimiento, entre ellas, la de tener que publicitar contenido u observar lo que otros dicen o hacen.
La aparición de los monopolios que garantizan el acceso a Internet, su dominio y exclusión social, repercutirán de forma siniestra en la sociedad acaparando un mercado restrictivo. El acceso a esta cobertura como un derecho humano y las distancias entre quienes pueden acceder a una mejor calidad de tecnología serán puntos clave para el progreso humano.
Los desiertos legales respecto de las nuevas modalidades delictivas y su sofisticada mutación en la era digital ponen en riesgo la estructura ciudadana y avasallan la intimidad y la privacidad.
La nueva era a la que nos enfrentamos requerirá de la cooperación unísona de los Estados, los privados y los ciudadanos, para que su transitar sea lo menos perjudicial para el ser humano, nos afiancemos con la tecnología mediante la educación, nos hagamos de dispositivos eficientes y tomemos el ejemplo del uso consciente de la tecnología para hacer de ésta una herramienta aliada.