Quien lea esta magnífica obra por sus acentos de realidad se deleitará con un proceso del renacer al amor por parte de Nancy Quintal; quien haya visto quinientas lunas nuevas o más lo entenderá mejor. La autora transita por sentimientos muy suyos y los plasma en etapas de tiempos diversos para llegar a descubrir que el amor es el acorde melódico de la vida, a veces triste y melancólica, a veces eufórica y festiva, unas veces melodía sin sentido y otra melodía que a la felicidad nos guía. Con suficiente humildad, Nancy nos muestra no sólo la oportunidad de entenderla a través de su prosa y versos, de sus rimas y pausas, sino que nos hace el ofrecimiento de que nos atrevamos a brindarle a nuestro corazón una segunda forma de latir, aceptar que los amores pasados nos dejaron soledad, pero en retrospectiva nos dejan suficiente evidencia cargada de alegrías, que bastan para aceptar decir que los desamores de ayer valieron la pena, al igual que en el horizonte hay nuevos amores que valen la vida. Sortilegio de luna nueva, para la autora, es la expresión de una nueva oportunidad de amar; entre líneas nos trasmite la sensación de que la luna da preferencia al enamoramiento, al corazón primerizo, al deseo desembocado, sentimientos superfluos, aunque siempre es la luna llena porque con el simple mirar de su plenitud da certeza y confianza, revive el sentimiento de pertenencia, pero también del equívoco de merecer todo de nuestro enamorado, de vivir el uno siempre que dé el otro. En cambio, el amor de luna nueva es no quedarse nada, solo acaso la fe de un sentimiento que pueda crecer basado en entregar todo a cambio de nada; difícil elección cuando te cuestionas si quieres dar o recibir, porque el dar significa aceptar que el amor se gesta de un encuentro, de una mirada que nos cambia, que crecen y laten dentro ti hasta formar un nuevo sentimiento que ve la luz con alegría porque sabes que siempre será tuyo, y con tristeza, pues sabes que quizá no te quede nada para retenerlo. Para los amantes del enamoramiento el amor se asemeja a la tauromaquia, es hacerle el mejor pase al otro y tenerlo vencido a los pies alzando los brazos para que la audiencia aplauda la osadía, la valentía, el orgullo, la soberbia... el triunfo efímero en una tarde, como tarde se hará tratando de repetir esa felicidad opacada con la agonía del binomio. En cambio, el romance de los enamorados, como se destila en Sortilegio de Luna Nueva es el antagonismo del enamoramiento, es la otra opción, es enamorarse del amor, es aceptar amar a alguien imperfecto haciéndolo perfecto, amar a alguien impredecible amando su naturaleza, amar a alguien inimaginable haciéndolo melodía, es certeza en donde nadie ve nada, es dar sin pedir nada a cambio, sin cambiar ni querer cambiar. Sortilegio de Luna Nueva es para la autora el testimonio de un acto de convicción a sus sentimientos; valentía al declararse una mujer enamorada; alegría de saberse correspondida en sus íntimos momentos; sabiduría al no dudar en dilucidar lo que para ella es la forma correcta de amar. Quizá esto último sea el mejor mensaje de esta magistral obra de los pensamientos de un alma enamorada hacia su amado; la forma correcta de amar trascendiendo espacios y tiempos es dar amor sin esperarlo. Armando Olivera